Viernes 20 de Enero del 2023 - Nacionales

El crimen de Fernando Báez Sosa invita a reflexionar sobre masculinidades y género

Esta semana terminaron las audiencias testimoniales del juicio por el asesinato del joven en Villa Gesell. En diálogo con VillaNos Radio, el secretario de Formación Formación y Capacitación para la Igualdad en el Ministerio de Igualdad, Género y Diversidad de la provincia de Santa Fe se refirió al caso Báez Sosa y las masculinidades.

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Esta semana finalizaron las audiencias del juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa, el mismo día en que se conmemoraron tres años del crimen del joven de 18 años cometido en Villa Gesell.

Lo sucedido durante el juicio y un nuevo aniversario del hecho permiten reflexionar a partir del enfoque de género y masculinidades en torno al comportamiento de los ocho rugbiers imputados que son jóvenes de la misma edad que Fernando.

A los varones se nos dice que tenemos que ser fuertes, racionales, autosuficientes, competitivos, no mostrar fragilidad o vulnerabilidad. Todo eso que vamos aprendiendo en nuestros procesos de socialización, sea en la familia, en la escuela, en la institución deportiva y en lo que consumimos en los medios de comunicación, se refuerza de manera colectiva y relacional”, reflexionó Luciano Fabbri, secretario de Formación y Capacitación para la Igualdad en el Ministerio de Igualdad, Género y Diversidad de la provincia de Santa Fe, en diálogo con VillaNos Radio.

Luego, el presidente del Instituto de Masculinidades y Cambio Social, agregó: “No es que uno se forma como varón de manera aislada e individual si no que también se forma con sus pares. Y ante nuestros pares, tenemos que demostrar constantemente cuan masculinos y viriles somos”.

El especialista sostuvo que los mandatos culturales que se asocian a los varones son una pieza clave para pensar el vínculo entre masculinidad y violencia como un problema relacional y estructural de la sociedad. “Estamos hablando de un grupo que comparte una serie de características y entre ellas la principal es que era parte de la misma institución deportiva y practicaban la misma disciplina. Es un elemento que tenemos que poder analizar. No nos tiene que llevar a estigmatizar el deporte ni estigmatizar a todos los varones ni hablar del rugby como una práctica violenta per se, pero tampoco nos puede llevar a omitir que es un factor relevante en este caso y en muchos otros casos que involucran a equipos de rugby en el ejercicio de este tipo de violencia”, manifestó.

Fabbri advirtió que las peleas callejeras y los ritos de iniciación deportiva funcionan como rituales de integración social que buscan expresar una superioridad masculina atravesada por posiciones clasistas, racistas y otras formas de opresión.

También se ponen en juego otras variables que refuerzan esta idea de quien ocupa la posición de jerarquía y se siente con derecho de pisotear a los demás. En este caso escuchamos claramente en el desarrollo del juicio que el llamarle ‘negro de mierda’ era una forma de justificar la legitimidad del ejercicio de esa violencia ubicarlo en un eslabón inferior en términos de estrategia de construcción de jerarquías permite a quien ejerce la violencia sentirse aun más autorizado para hacerlo”, concluyó.

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