Despidos en el Instituto de Agricultura Familiar: “Todos los argumentos que usó Adorni son mentiras”
Marcelo Ruesta, trabajador del INAF y delegado de ATE, desmintió los dichos del vocero Presidencial Manuel Adorni para justificar los 900 despidos en el instituto. Foto: Archivo.
Escuchar/Descargar la entrevista a Marcelo Ruesta en el Informativo FARCO.
Los trabajadores del Instituto Nacional de la Agricultura Familiar (INAF) rechazan su cierre y desmienten los argumentos del gobierno para justificar los despidos.
El vocero Presidencial, Manuel Adorni, anunció este martes el despido de 900 de los 964 trabajadores, y señaló que se trataban de “900 puestos de no trabajo” y que el organismo encargado de ayudar a pequeñas familias rurales de todo el país tenía más de 200 vehículos y era “una agencia de empleo político”.
“Todos los argumentos que utilizó el vocero para argumentar el cierre son mentiras respecto a la cantidad de no trabajadores. Es totalmente falso”, respondió Marcelo Ruesta, trabajador y delegado de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), en diálogo con el Informativo FARCO.
En esa línea, aclaró que los trabajos y las tareas del organismo “se pueden acreditar” porque “los proyectos que formamos y estamos ejecutando es información pública”.
“En cada territorio donde estamos laburando, los productores, las productoras, las familias, inclusive los trabajadores de otros organismos con los que articulamo saben lo que hacemos”, agregó.
Sobre la cantidad de vehículos que mencionó Adorni para justificar el ajuste y cierre del instituto, Ruesta replicó que los vehículos que utilizan son propios, incluso destinan de sus recursos para cargar combustible. “La mayoría de las camionetas que menciona están rotas o están en desuso y de hecho, ni siquiera tenemos para el combustible. Así que nosotros aportamos nuestro vehículo y el combustible para estar en territorio”.
Por otro lado, comentó que el objetivo del INAF es mejorar las condiciones para que los pequeños productores tengan una mejor calidad de vida: “Básicamente, nuestro trabajo tiene que ver con acompañar a estas organizaciones y comunidades para que desarrollen su producción y para que esa producción, ese desarrollo, ese mayor volumen, esa mejor comercialización les permita tener una vida, una mejor calidad de vida, en los lugares donde están viviendo”.
De lo contrario, continuó Ruesta, esas familias y comunidades deberían dejar los lugares donde viven y buscar otras alternativas de ingreso para subsistir. Si se abandona el trabajo de asistencia y acompañamiento se corre el riesgo de que “el mismo sistema conduzca a que estas familias tengan que buscar una alternativa de ingreso, buscando laburo en las grandes ciudades, desarraigándose de su territorio y generando condiciones paupérrimas de vida en los cinturones de las grandes ciudades”.