Domingo 11 de Mayo del 2025 - Opinión

Cambia, todo cambia

* Por Miguel Ambas 

Hace poco más de treinta años surgían en nuestro país las primeras radios comunitarias.

Uno o dos micrófonos, una pequeña consola, una pequeña pieza y la antenita tomando altura de las maneras más insólitas -gran ejemplo el de una escuela que la ubicó en el mástil de la bandera- eran suficientes para que los vecinos que simplemente tenían ganas de hablar y contar algo se dieran cita alrededor de una mesa.

Se abrían espacios diversos, que se desparramaban por distintos rincones, siempre detrás de una necesidad vital: juntarse a charlar y contar desde la perspectiva de las organizaciones de base una mirada del mundo. Porque hasta ese momento primaban de forma abrumadora las miradas de los medios comerciales.

Con el paso del tiempo pasó de todo, como siempre pasa, pero a partir de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual las radios comunitarias vivieron como sector un importantísimo impulso. El derecho a la comunicación encontró políticas públicas de ayuda, y mucha.

Con el brutal avance de políticas diametralmente opuestas a las que con la sanción de la ley contribuyeron a financiar al sector, las radios comenzaron a ver fuertemente resentidos su funcionamiento.

Sin FOMECA, sin pauta nacional y con casi toda iniciativa estatal cortada, es claro y obvio que las cosas se pusieron más difíciles. Nada nuevo: con guita todo era más fácil.

Ahora bien: ¿podemos entonces afirmar que como el Estado nacional se retiró -o mejor dicho lo retiraron- de apoyar a los proyectos comunicacionales que entienden a la comunicación como un derecho y no como una mercancía todo empezó a temblar?

 

¿Durante cuánto tiempo de la historia de las radios comunitarias hubo decidido respaldo del Estado a través de pauta publicitaria o subsidios? ¿Qué pasaba antes de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual? ¿Cómo cambiaron los hábitos sociales alrededor de los consumos de medios de comunicación? ¿Cuánto se revolvieron las prácticas en los medios de comunicación en los últimos años?

Entonces, la pregunta del millón: ¿qué capacidad han tenido las radios comunitarias de acompañar todos esos cambios para adecuarse?

A veces parece más fácil echarle la culpa a la crisis, que desde ya golpea y mucho, que reconocer lo que nos cuesta a los propios medios comunitarios pensarnos y reflexionar sobre nuestras prácticas cotidianas.

El mundo cambia de forma cada vez más vertiginosa. ¿Por qué no habrían de cambiar las radios en sus formas y maneras?

Revisar las prácticas de forma sistemática y permanente debería ser una prioridad si los medios comunitarios se proponen estar a la altura de ese mundo que cambia rápido y golpea cada vez más.

Son otros tiempos. Hoy la aparición de un micrófono en medio de una barriada popular no concita el atractivo que provocaba hace treinta o cuarenta años. Eso no implica renunciar a construir espacios de charla, encuentro y reflexión, que sirvan a las organizaciones, y en definitiva al pueblo, para enfrentar a los aparatos mediáticos del imperio. Pensar cómo es el desafío.

 

(*) Miguel Ambas es parte de la Mesa de Conducción del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), Asociación Civil Retamo, Radio comunitaria La Lechuza de San Juan

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