Se cumplen 23 años de los asesinatos de los jóvenes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán
Ayer, en la estación de trenes –rebautizada Darío y Maxi– se realizó una jornada cultural. Y hoy, como cada 26 de junio, las organizaciones populares movilizan para exigir justicia. “Yo siempre señalo que la estación Darío y Maxi es un lugar de muerte y resurrección”, dijo Alberto Santillán, el papá de Darío. Foto: Archivo Comisión Independiente Justicia por Darío y Maxi.
Se cumplen 23 años del asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, dos jóvenes militantes populares que fueron asesinados el 26 de junio de 2002 en la estación de trenes de Avellaneda, en el marco de una jornada de protesta convocada por organizaciones de desocupados.
Habían pasado apenas seis meses del estallido social de diciembre de 2001. Esa mañana, las columnas partían desde el conurbano hacia la Ciudad de Buenos Aires, pero el entonces presidente Eduardo Duhalde ordenó frenar la movilización con represión. La policía bonaerense utilizó balas de plomo y dejó un saldo de dos muertos y más de 30 personas heridas.
Por los asesinatos solo fueron condenados los policías Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta. Los responsables políticos siguen impunes.
Ayer, en la estación de trenes –rebautizada Darío y Maxi– se realizó una jornada cultural. Y hoy, como cada 26 de junio, las organizaciones populares movilizan para exigir justicia. “Yo siempre señalo que la estación Darío y Maxi es un lugar de muerte y resurrección”, dijo Alberto Santillán, el papá de Darío. “Acá asesinaron a Darío y a Maxi, y cuando venimos estamos pisando la sangre de ellos, que representa todo. Darío decía que él era parte de la sangre de los caídos, de los desaparecidos. Y hoy sentimos eso, que somos la sangre de Darío”.
Darío Santillán fue asesinado de un escopetazo mientras intentaba socorrer a Kosteki. En las imágenes registradas aquel día se lo ve levantando una mano frente a los efectivos, segundos antes de caer.
“Es importante recordar cómo lo mataron, pero también cómo vivió”, expresó su padre. “Darío fue alguien que llegó hasta el extremo de lo que pensaba y creía. Siempre estaba acompañando a sus compañeros cuando estaban mal. Eso lo llevó hasta su último instante”.
Testimonio fue recogido por el Equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía.