8M: debates pendientes (y urgentes) de la agenda feminista argentina
Si bien nuestro país es vanguardia en el debate sobre las desigualdades y las violencias de género, un nuevo #8M es buena excusa para hablar de lo conquistado y lo que falta.
Por Sofía Peroni (*). Fuente: Radio Estación Sur.
Miles de mujeres e integrantes del colectivo LTTTBIQ+ paran y marchan hoy en las calles de distintas ciudades del país y del mundo, reclamando -de acuerdo a su realidad política y social- acciones que den respuesta a la desigualdad y la violencia.
Desde el primer Ni Una Menos en Argentina se ha avanzado mucho en normativa y política pública al respecto, producto de la lucha colectiva de un movimiento que crece -por suerte- y que sale a las calles cada vez que una nueva problemática de género se instala (o debe instalarse) en el debate público y político.
En este 2023 electoral, es necesario y urgente reveer lo logrado (como la Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo en 2020) y repensar estrategias para conquistar lo que aún falta, aprendiendo de procesos históricos previos, de los cuales nuestro país está enriquecido.
A continuación, algunos de esos pendientes, que son problemas estructurales pero a la vez se relacionan con la coyuntura:
1.El debate en torno al Poder Judicial
Una de las demandas del movimiento feminista, sobre todo a partir del fallo machista y misógino en el caso de femicidio de Lucía Perez, es la reforma judicial feminista o con perspectiva de género. Este es un reclamo que se viene haciendo desde distintos sectores ya que cruza distintas dimensiones de discriminación como son la de clase, género, Derechos Humanos, entre otras.
Los lentos tiempos, la desigualdad de género y la asimetría de poder en el poder judicial no son nada nuevo. Pero esta demanda cobró mayor envergadura a partir de la notoria persecución política por parte de la “Justicia”, que comenzó ya hace varios años y por esto tiempos se ha acentuado; no solo contra la vicepresidenta Cristina Fernandez de Kirchner, sino ella como símbolo de toda mujer que dispute y construya poder, y se le ocurra estar del lado del pueblo.
Por su parte, el Comité de Expertas de la Organización de Estados Americanos (OEA) que visitó Argentina para abordar la problemática de la violencia contra las mujeres en la vida política concluyó que en el país “subyace un clima de hostigamiento, ataques e impunidad” y calificó el atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner como un intento de “magnifemicidio”, que estuvo alentado por “discursos de odio”.
Así es: El intento de asesinato a Cristina, fue un mensaje político hacia el movimiento nacional, popular, democrático y feminista. Se intentó disciplinar a aquellas mujeres que quieran representar o se sientan representadas por una mirada de justicia social (por lo tanto de género).
2. Hablar de cuidados
Este segundo ítem tiene íntimamente que ver con el anterior, aunque no parezca. Los movimientos de mujeres y LGTTTBIQ+ se encargaron de masificar y poner en agenda el tema de los cuidados, conceptualizarlos y explicar qué son y porqué representan el principal factor de desigualdad de géneros. Ahora bien: Todos los esquemas ya expuestos, se sacudieron al conocer el caso de Lucio; un niño maltratado hasta morir, que se encontraba a cargo de su madre y su pareja (también mujer).
Mas allá de lo horroroso y macabro de los hechos, es interesante analizar aquí porqué esto produjo tanto revuelo social y mediático, conociendo que en nuestro país la mitad de lxs niñxs se encuentran en situación de pobreza, un porcentaje altísimo de las infancias viven crianzas violentas por parte de familiares y hasta son víctimas de abuso sexual, sea cual sea su género.
La respuesta es que las asesinas son una mujer lesbiana y une integrante de la comunidad LGTTTBIQ+. Esto sacudió varios imaginarios sociales y sentidos comunes: En principio, las mujeres no siempre cuidan. Las madres por el simple hecho de serlo, no tienen el título de buenas cuidadoras. Las mujeres también pueden ser -y muchas lo son- violentas con sus parejas e hijxs. Y aquí el tema judicial: la premisa es que siempre las niñeces deben estar con la madre por una cuestión que se plantea como natural.
Hubo una exigencia importante por parte de ciertos sectores hacia los feminismos en el típico tono de “ahora qué van a decir, que quienes ejercieron violencia fueron mujeres”. Pues aquí respondemos: No existe el instinto materno, es una construcción cultural. No por ser progenitorx, se desea, se quiere y se cuida a la infancia; no importa el género. No hay contradicción; la militancia viene hace años rebatiendo el mandato cultural de que “las madres cuidan mejor” o que solo por el hecho de ser mujer, se nace para cuidar.
Además, hay una responsabilidad muy grande del Poder Judicial, al no preponderar la garantía de los derechos de lxs niñxs, que debe ser el primer objetivo cuando se habla de infancias y adolescencias. Pero también fallaron otras instancias del Estado: en la escuela no advirtieron que Lucio no asistía hace ya varios días a clases, el niño había ingresado varias veces al Hospital con marcas y huellas de violencia, entre otras situaciones que daban cuenta de la situación y no pudieron ser abordadas por no contar con personal que estuviera capacitado.
Debemos debatir socialmente los cuidados, dejar de pensarlos como cuestión de organización familiar (privado), y llevarlo al ámbito de público (lo político), elaborando políticas públicas que permitan distribuir equitativa-y justa-mente las tareas históricamente feminizadas e invisibilizadas.
3. Pensar las masculinidades
Directamente relacionado al ítem anterior, es hora de que los feminismos tomemos una postura explícita de no excluir sino invitar a los varones a los debates que la sociedad toda se debe hace siglos.
No solo en la distribución de los cuidados, la responsabilidad parental, la desigualdad y violencias de género, sino también en la convocatoria a repensarse entre ellos, la participación de las masculinidades es esencial.
Otro caso que conmovió fue el de Fernando Baez Soza, y aunque no se ha mencionado mucho, esto también tiene que ver con el género. Diez varones pegandole a otro que está en el piso, habla claramente de una demostración necesaria de masculinidad hacia sus compañeros. Un ritual que les permite permanecer y ser reconocidos como tales.
Entender la masculinidad como género e identificar a los varones como víctimas de un esquema que ordena y jerarquiza, es central para comprender de manera compleja y no banal, las violencias desplegadas en la sociedad. Igual de necesario es que los hombres cis heterosexuales empaticen con esto y se unan a la lucha por la igualdad, no solo llamandose a sí mismos a la reflexión para visibilizar sus privilegios, sino pasando a la acción en cuanto a la modificación de sus prácticas cotidianas.
Como verán, no estamos aquí dando respuesta acabada a semejantes problemas que atraviesa nuestra sociedad hoy; sino mas bien, invitando a dialogar acerca de temáticas que se debaten a largo plazo y no son nada facil para abordar en una nota de este tipo.
Hoy el movimiento feminista tiene muchos frentes de lucha abiertos y crudos por atravesar, en los que compañeras ponen el cuerpo y dejan la vida -literalmente hablando-. Estas batallas deben sensibilizar y ser acompañadas por quienes tienen el poder de transformar realidades concretas con políticas públicas y agendas políticas.
En año electoral, es evidente que la agenda de género debe ser eje de campaña de cualquier lista que se entienda popular y democrática. Como feministas, tendremos la tarea de exigir a nuestrxs representantes que sean garantes de nuevos derechos y no permitir que nos quiten los conquistados. Mientras tanto, trabajaremos para que cada vez más feministas accedan al poder y las políticas públicas se bañen de perspectiva de género.
(*) Comunicadora feminista y popular