Investigación de la UNC detectó metales y arsénico en peces del Embalse Río Tercero
La misma examinó la concentración de aluminio, cromo, estroncio, cadmio, níquel, plomo, selenio, mercurio (metales y metaloides) y arsénico y con esos datos se realizaron diversas evaluaciones de riesgo según los estándares internacionales de consumo, como la ingesta diaria admitida, el consumo de pescado a lo largo de la vida, y el riesgo carcinogénico, en el caso específico del arsénico.
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Un grupo de científicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) investigó la presencia de metales y arsénicos en peces del lago de Embalse de Río Tercero y los resultados son preocupantes.
Según la tesis doctoral de las profesionales, María de los Ángeles Bistoni, Paola Garnero, ambas investigadoras del Instituto de Diversidad y Ecología Animal, Magdalena Monferrán, del Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología de la Universidad Nacional de Córdoba y el Conicet, el arsénico y mercurio en los peces superaron los índices permitidos para la protección de la salud humana.
La misma examinó la concentración de aluminio, cromo, estroncio, cadmio, níquel, plomo, selenio, mercurio (metales y metaloides) y arsénico y con esos datos se realizaron diversas evaluaciones de riesgo según los estándares internacionales de consumo, como la ingesta diaria admitida, el consumo de pescado a lo largo de la vida, y el riesgo carcinogénico, en el caso específico del arsénico.
El pejerrey fue la especie que presentó los valores más altos, lo que demostró una alta sensibilidad para acumular metales. A su vez, la ingesta frecuente de tararira, dientudo, bagre o mojarras provenientes del embalse Río Tercero representa un posible riesgo toxicológico para las personas.
Garnero sostuvo que, según el estudio, la población que consume esas especies particularmente del embalse de Río Tercero, “podría estar expuesto a posibles riesgos para la salud”. Pero aclaró que “hay que tener en cuenta que esos índices utilizan parámetros fijos”.
Por eso, la investigadora remarcó que “no deberíamos alarmar con este trabajo ni generar pánico hacia la población que consume especies porque este es un primer paso”. Y agregó que se trata de una “investigación base que debería ser un puntapié inicial para saber que hay un trabajo que está aportando este conocimiento pero que se necesita seguir profundizando”.
*Foto: unciencia.unc.edu.ar