Martes 24 de Marzo del 2020 - Nacionales

Nieto 130: “Estoy convencido que el dolor es como un combustible para movilizarte”

Con motivo de un nuevo aniversario del Golpe, el nieto Matías Darroux, compartió algunas reflexiones sobre el significado de recuperar su identidad robada durante el terrorismo de Estado.

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Javier Matías Darroux, el nieto recuperado 130, tiene 42 años y vive en Capilla del Monte, Córodoba. Fue arrancado de los brazos de su madre por la dictadura militar cuando tenía apenas 4 meses de vida. “Mis padres fueron víctimas de la dictadura y hasta el día de hoy están desaparecidos y no sabemos quiénes fueron los responsables ni donde estuvieron detenidos, en donde están sus cuerpos” contó a Radio Central Ferroviaria en un nuevo aniversario del Golpe.

También reflexionó sobre el cambio que significó recuperar su identidad: “Pude tomar conciencia que estuve desaparecido 39 años para mi familia, cuando me abracé con mi tío, cuando empecé a tener una cercanía con el dolor que nos dejó la dictadura militar, empecé a relacionarme con historias de vida de hermanos, de tíos, de madres, de abuelas, de familiares de desaparecidos”.

“Gracias a la inconmensurable labor de las Abuelas pude recuperar mi identidad reconstruyéndome todos los días”

Matías llegó de la Ciudad de Buenos Aires a Córdoba Capital en 1999, donde estudió filosofía en la universidad pública. Allí también conoció a Vanina, su compañera de vida desde hace 20 años. Más tarde siguió la carrera de Turismo, con la idea de irse a vivir a las sierras cordobesas. Hoy, trabaja en la Secretaría de Turismo de Capilla del Monte. “En realidad lo único que hacía era escaparme de mi mismo, de una realidad, de una carencia, de encontrarle sentido a la vida” relata.

El hombre es el nieto número 130 en recuperar la identidad, sin embargo, no cree que tenga mayor relevancia el hecho de que sea un número redondo. “El número tiene mucho que ver con la sustracción de identidad, cuando las personas están privadas de su libertad, incluso también en los centros de salud mental, se les asigna un número que los “des-identifica”. Siempre digo que entiendo lo simbólico del número, y de ser una luz de esperanza para toda la sociedad un nieto restituido más pero que prefiero que me digan Matías simplemente” señala.           

También cuestionó la “insensibilidad” de gran parte de la sociedad cordobesa respecto a lo que pasó en la última dictadura cívico – militar.  “No puedo creer que a 44 años, todavía hay sectores de la sociedad, no solo aquellos que adhieren por propia ideología y convicción a que estuvo bien lo que hicieron, que siguen con miedo de poder hablar y compartir historias que ellos saben que sucedieron. Esa insensibilidad social es la huella que ha dejado esta continuidad del terrorismo de Estado, casi medio siglo después, en nuestra sociedad”.

Cuando hablo con otros hijos de desparecidos, me produce cierta tristeza, porque algunos de ellos tuvieron la posibilidad de criarse en un ambiente militante, de participar de la lucha de estos 44 años. Me entristece un poco no haber podido tener la oportunidad de vivir lo mismo” recuerda. “Me obligaron a criarme en otra familia, una familia que no es afín a esos ideales militantes de conciencia social, de un proyecto nacional y popular” menciona.

A la tristeza, Matías suma el dolor como sentimiento recurrente: “No poder saber quiénes fueron los responsables de la desaparición de mis padres y no poder saber donde estuvieron detenidos, si mi madre dio a luz, ya que estaba embarazada de dos meses cuando la secuestraron es un gran dolor, pero estoy convencido que el dolor es como un combustible que sirve para movilizarte, para alimentar el motor, para militar y hacer cosas para que esto no pueda pasar de nuevo”.

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