Trabajo Infantil: “Los niños y las niñas no están para trabajar, están para formarse”
Así se expresó María Lucila Colombo, secretaria general del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (SACRA), en el marco de la campaña “Enfrentemos la pandemia #SinTrabajoInfantil”.
En el año internacional por la erradicación del trabajo infantil, el Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO) participa de la campaña comunicacional “Enfrentemos la pandemia #SinTrabajoInfantil”, que lleva adelante un conjunto de países nucleados en la Iniciativa Regional América Latina y el Caribe Libres de Trabajo Infantil.
En ese marco, María Lucila Colombo, secretaria general del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (SACRA), y Mariana Núñez, integrante de la mesa directiva de la organización, se refirieron, entre otros puntos, a cómo la pandemia afectó a lxs trabajadores del sector. También contaron acerca del rol que ocupa SACRA en la Mesa de trabajo doméstico que impulsa el Ministerio de Trabajo; a la valorización del trabajo en los últimos años, y a la importancia de políticas públicas que generen condiciones dignas que eviten que niños, niñas y adolescentes tengan que salir a trabajar.
–El sindicato de amas de casa forma parte de la mesa sobre trabajo doméstico que impulsa el Ministerio de Trabajo. ¿Qué rol les cabe?
María Colombo: Nuestro sindicato abarca a todas las mujeres argentinas porque atendemos nuestro propio hogar, y trabajamos para que nuestro trabajo sea considerado trabajo. Luchamos para que tengan los derechos de los trabajadores: salario, obra social, jubilación y sindicato.
En ese universo de mujeres hay mujeres que, además de ser amas de casa, trabajan fuera de su hogar, algunas en forma registrada, otras no.
Cuando se formó la Comisión Nacional de Trabajo en Casas Particulares fuimos invitadas como contraparte de las empleadas, y nosotras aceptamos porque, aunque no somos estrictamente empleadoras, pensamos que una parte de nuestra población objetivo es empleadora. Podíamos cumplir un rol beneficioso, tanto para las compañeras trabajadoras de casas particulares como para el conjunto social, al poner en valor que lo que se hace en el hogar es trabajo, sea que lo realice la empleada que cobra, el ama de casa, que no sólo no cobra, sino que no es considerada trabajadora.
–En esas mesas, ¿cómo es el diálogo con el sector sindical de las empleadas de casas particulares?
MC: Nosotras estamos ahí procurando generar un equilibrio entre la necesidad de que el sector de trabajadoras en casas particulares vaya ganando legalidad de su trabajo; porque hay otros trabajadores que hacen muchos más años que forman parte de comisiones paritarias, hay sindicatos muy poderosos que tienen un 70% inscripto y 30% no inscripto. En cambio, en el caso de las trabajadoras en casas particulares probablemente sea al revés se dice que dos de cada tres trabajadores en casa particulares todavía no están registradas.
Pero, al mismo tiempo, nosotras pensamos que debemos con legitimidad expresar a la familia que tienen que pagar el trabajo en casas particulares. La propia definición de ese trabajo que está en la ley y lo vemos. El trabajo en casas particulares no genera lucro. ¿Qué quiere decir eso? Que uno no gana un dinero porque alguien cocinó en tu casa o limpió, lavó la ropa, o cuidó a tus hijos.
Sin embargo, es evidente que abre la posibilidad para la familia que emplea hacer una actividad lucrativa. Por ejemplo, si una familia tiene una empleada doméstica y de pronto se les ocurre, ¿y si los sábados hacemos empanadas y vendemos? Lo hacen la empleadora y la empleada. La empleada tiene las condiciones para reclamar que en ese momento la están empleando para una tarea lucrativa.
Nosotros esperamos trabajar para que el conjunto social valore la tarea, cuidamos que las familias empleadoras puedan sentirse reflejadas en nuestra representación. Entonces, siempre estamos buscándolo ese equilibrio, pensando que las personas que emplean son ellos mismos empleados trabajadores que dependen de otras paritarias.
–¿Se avanza en la valorización del trabajo?
MC: Para nosotros lo que muestra el atraso en el debate es que la comisión casi no logra salir o darle la misma entidad al debate sobre otras cuestiones de la condición laboral. Teóricamente, la comisión no es sólo para las discusiones salariales, es para las condiciones laborales dentro de las cuales los salarios son una cuestión importantísima pero son una parte. Fuimos incluyendo zonas desfavorables, como la Patagonia, o lugares que están muy retirados.
Hace 3 años que discutimos la posibilidad de incorporar la antigüedad. Nos pusimos de acuerdo los dos sectores en aumentar a partir de 2013 un punto porcentual por año trabajado, que a nosotros nos parecía que era re importante porque ayuda a valorar el trabajo.
Nosotras no aceptamos de ninguna manera que se descuente en cuestiones que en otros trabajos se hacen como es el presentismo y la puntualidad; el cumplimiento y la puntualidad incitó a la tarea y si alguien no cumplió o no pudo llegar se debería poder considerar. La relación con el trabajador tiene que tener ese costado de comprensión de lo que nos pasa. Si vos estás cuidando un niño en una casa y a la parte empleadora la demoran en el trabajo vos no te irías, pero tampoco te irías si no tenés la llave para cerrar un taller.
En cada reunión planteamos que no hablemos sólo de salarios que hablemos de una campaña de registración; somos parte interesada en eso porque una campaña de registración es una campaña de valoración del trabajo y defendemos la palabra doméstico porque doméstico es el hogar
–¿Pensás que en la pandemia el ámbito del trabajo doméstico se resintió?
Mariana Núñez (MN): Nuestra organización en las distintas provincias recibe consultas; además tenemos una página web. El año pasado pudimos, en colaboración con OIT, hacer un proyecto para relevar justamente las consultas que estuvimos recibiendo tanto de empleadoras como de empleadas.
Efectivamente se plantea una tensión muy clara en la dificultad de las familias que habían perdido los ingresos, para sostener el salario de las empleadas domésticas. Fue un momento en que la familia en sí mismas estaban en tensión; la cotidianidad se centró dentro del hogar. El sindicato de amas de casa lo que le planteó al gobierno nacional fue la posibilidad de que así como se hizo un acompañamiento a las empresas para poder sostener los salarios de sus empleados, se ofreciera algo similar a la familia para poder sostener los salarios de las empleadas domésticas, teniendo en cuenta a su vez la imposibilidad de despedir del sector doméstico, imposibilitado de asistir aún cuando había mucha gente necesitada igual de asistencia. Según las estadísticas el 95% del empleo doméstico está en cabeza de mujeres.
–En la pandemia muchas mujeres salieron a hacer sus trabajos o a buscar otros. ¿Cómo impactó en los niños y niñas que a su vez estaban en las casas?
Para quienes eran trabajadores esenciales permitían que las empleadas fueran a su hogar; pero podría haber ocurrido que la empleada doméstica fuera una persona de riesgo y no concurriera, o que no tuviera la posibilidad de dejar el cuidado de sus hijos en su hogar… se producía la tensión.
Y en relación a los niños, se dio una situación de crisis. La mujer necesariamente tenía que salir a trabajar porque todas esas cuestiones de la cotidianidad se rompieron, todas las estrategias con que las familias resolvemos todos los días para la cotidianidad no estaban disponibles. Entonces, seguro hayan cambiado su situación en relación a los cuidados y se hayan transformado en niños cuidadores en vez niños cuidados.
¿Qué reflexión puede hacer sobre los límites entre aprendizaje del cuidado y trabajo infantil doméstico?
María Colombo: Históricamente, aunque muchas cosas se han perdido, los aprendices, los jóvenes aprendían mirando lo que sus mayores hacían. En esa división sexual del trabajo una mirada machista en parte todavía persiste; pero aún en esa división tajante, hablando de la relación de los niños con el trabajo, había una interesante oportunidad de formación en oficios y para las mujeres de aprender a llevar adelante un hogar.
Los niños y las niñas no están para trabajar, están para formarse. Pero al mismo tiempo parte de la formación de los chicos tiene que ser la responsabilidad y la importancia que el trabajo tiene en la vida de las personas y la familia. Si no hay trabajo las familias se desmoronan. El trabajo te da una relativa independencia en un mundo interdependiente. Entonces, les enseñas a tus hijos que tienen que poner la mesa, dejar el baño limpio cuando lo usan, no dejar ropa tirada y, al mismo tiempo, el adulto tiene que tener la responsabilidad de saber qué cosas puede hacer un chico y que cada cosa según su edad. Siempre con la razonabilidad de que la tarea tiene que estar de acuerdo a la edad y la madurez de la persona.
Se objeta que los hermanos, y principalmente las hermanas, ayuden en las crianzas de sus hermanas o hermanos menores. Sin embargo, también una piensa que lo mejor que aprendemos lo aprendemos de lo que vemos, por lo tanto las hermanas mayores son ejemplo de formación para sus hermanos menores.
Ahora, si vos decís que hay una niña de 9 años está a cargo de un bebé, el Estado y las organizaciones que tiene esa comunidad están faltando en estar presentes.
–¿Qué políticas puede ejecutar el Estado para evitar que esos niños o niñas queden a cargo? ¿Políticas como la Asignación Universal por Hijo o el Ingreso Familiar de Emergencia?
MC: Me parece importante la mirada del Estado en este reconocimiento de que para muchas familias el trabajo doméstico es una alternativa.
La Asignación Universal por Hijo, aunque no es universal, amplió a los sectores populares en condiciones más vulnerables. Permitió que participaran de un derecho que las familias argentinas tienen desde hace varias décadas, al tener un recurso extra para atender las necesidades básicas. Es un derecho que administran los adultos pero que proviene del hecho de que haya niños a los cuales cuidar.
Eso es extraordinario porque amplió a 4 millones de chicos, que son como el 10% de la población. Lo más extraordinario que la presidenta en ese momento, Cristina Fernández, hizo que la AUH fuera percibida por la madre porque todavía hoy estamos lidiando con el hecho de que hay familias en las que uno de los padres, generalmente no la mujer, no cumplen con las obligaciones alimentarias que tiene legalmente con respecto a sus hijos.
1.900.000 mujeres pudieron tener un cierto monto que, aunque no será mucho, permite ordenar la administración de la casa. El IFE, en cambio, en la situación de emergencia es un recurso de extra.
–¿Cuánto hemos avanzado en reconocimiento del trabajo de cuidado?
MC: Las primeras medidas sobre el trabajo doméstico se toman con Eva Perón. Se aprobó la ley Delia Parodi para que el trabajo doméstico estuviera regulado. Con la dictadura del ’55 se suspendió esa ley. Luego, del ’55 al 2013, tomó 58 años para que se pudiera aprobar algo.
En la lucha del movimiento de mujeres un registro de deudores alimentarios no es una política para las mujeres, es una política para una sociedad. Es más importante que vos le debas a tus hijos a que le debas a Frávega. Sin embargo, si te atrasas con las cuotas en una tarjeta de crédito en Frávega te van a poner en el veraz sin ninguna duda.
–¿Es necesario mayor control?
Más que un control necesitamos trabajar un compromiso de la sociedad. Por un lado, lo del trabajo decente cumple un papel porque cuando empieza a haber trabajo decente mejora la inscripción. Cuando hay oportunidades laborales, mejora la proporción entre trabajo registrado y no registrado. También en relación al empleado doméstico, lo que nos falta para conformar una sociedad con justicia social. No es cuestión de ir a controlar si una familia deja la hija de 9 años a cargo del niñito de 2; es cuestión de generar las condiciones para que ninguna familia tenga que hacerlo.
*FARCO es parte de la campaña Enfrentemos la pandemia #SinTrabajoInfantil, de la Iniciativa Regional América Latina y el Caribe Libres de Trabajo Infantil
Ver también:
–Jardines de Cosecha para prevenir el trabajo infantil en la producción tabacalera
–Centros de Atención de Niñez y Familia, herramientas para combatir el trabajo infantil
–Trabajo infantil: “La pandemia vino a profundizar desigualdades preexistentes”