Reducción de la jornada laboral, ¿mejor calidad de vida o un nuevo problema?: debates del campo popular
Según quién mire hay distintas respuestas para los interrogantes que plantea el tema: ¿una reducción de la jornada laboral beneficia o perjudica al mercado del trabajo en Argentina? ¿Beneficia o perjudica a trabajadores y trabajadoras? ¿Qué otra medida se podría tomar ante el reclamo de sectores gremiales?
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Maximiliano Muñoz, director en la organización TECHO Argentina -la primera organización social del país que redujo la jornada laboral- tiene una mirada positiva de esa medida: permitió mejorar la calidad de vida sin afectar negativamente el cumplimiento de los objetivos; tiene una aceptación generalizada y además implica la participación y el involucramiento de quienes son parte.
En cambio Fabio Ventre, subdirector del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba, advierte que lejos de resultar una solución la iniciativa puede representar nuevos problemas, como la caída de la productividad o el incremento de la informalidad.
Según quién mire hay distintas respuestas para los interrogantes que plantea el tema: ¿una reducción de la jornada laboral beneficia o perjudica al mercado del trabajo en Argentina? ¿Beneficia o perjudica a trabajadores y trabajadoras? ¿Qué otra medida se podría tomar ante el reclamo de sectores gremiales?
La problemática fue puesta en el foco en el Episodio número 17 de “De Ida y Vuelta, debates del campo popular”, la producción sonora del Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO), que se difunde en las emisoras de la red y que suena también en Spotify.
La Cámara de Diputados viene debatiendo la reducción de la jornada laboral en la Comisión de Legislación del Trabajo. Hay proyectos de distintos bloques, con la participación de especialistas, dirigentes sindicales y autoridades nacionales.
La Ley 11.544 establece que en nuestro país la jornada de trabajo no podrá exceder las 8 horas diarias o las 48 horas semanales. Es decir que una persona en la Argentina no debería trabajar, por ejemplo, más de 8 horas diarias durante 6 días a la semana. Quedan exceptuados de esta disposición los trabajadores rurales, empleadas domésticas o familiares del dueño o jefe de una empresa.
En abril, el Congreso de Chile aprobó la reducción de la jornada laboral semanal de 45 a 40 horas. De esta manera, la cantidad máxima se reducirá de forma gradual a lo largo de los próximos cinco años. Así, el Gobierno del presidente Gabriel Boric generó una referencia en Sudamérica: junto a Ecuador son los países con menor carga horaria de la región.
Los cuatro ejes temáticos de los proyectos son: disminuir la jornada de trabajo diaria y semanal, generar más empleo a través de esa reducción, mantener los salarios, y aumentar el tiempo de recreación y de descanso de los trabajadores.
Las propuestas las presentaron el diputado del Frente de Todos Hugo Yasky; el senador oficialista Mariano Recalde; el diputado del Frente de Izquierda Nicolás del Caño; el diputado socialista por Santa Fe Enrique Estévez; y la diputada bonaerense Claudia Ormachea.
Los principales cuestionamientos que recibe la búsqueda de disminuir la carga laboral apuntan hacia la menor productividad. Según el estudio de Bumeran, el 88% de los especialistas en Recursos Humanos cree que la tendencia a futuro apunta hacia una reducción de la jornada laboral.
“Se gana calidad de vida”
Maximiliano Muñoz es director de la organización TECHO Argentina, primera organización social del país que redujo la jornada laboral. La agrupación trabaja en el país hace 20 años, siempre en barrios populares de once provincias. Además está presente en otros países de la región, para el avance de proyectos de infraestructura comunitaria junto a vecinos y vecinas. Son entre 70 y 80 personas rentadas, además de voluntarias.
Desde septiembre del 2022, la organización realiza una prueba piloto que consiste en dar libre cada lunes a una parte del equipo. Más del 90% de quienes participan de la iniciativa dijeron estar satisfechos.

“Trabajamos por objetivos, para llegar a familias de barrios populares. Tenemos una jornada en el horario tradicional donde llevamos adelante nuestro trabajo. Pero siempre tuvimos flexibilidad, sobre todo porque hay jóvenes que estudian y eso abrió la posibilidad de modificaciones”, cuenta.
Los grandes cambios vinieron en la pandemia: “modificamos nuestra dinámica, con trabajos en nuestras casas. A la salida de eso adoptamos una dinámica híbrida, entre las casas y la oficina, hubo cambios en el contexto y no pudimos ser ajenos, porque entendimos que en algunos aspectos se había ganado calidad de vida”, evaluó.
La situación se habló con el equipo para iniciar una prueba progresiva. No había grandes experiencias conocidas en el país. Se armó una propuesta interna, disminuyeron algunas tareas y en septiembre del año pasado se implementó la prueba, con trabajos de martes a viernes. “En el proceso hay desafíos y cosas que no conocemos, por eso la prueba permitió adaptarse”.
-¿Cómo fue el impacto?
-Hicimos una evaluación en febrero y los objetivos no se vieron afectados. También evaluamos otros aspectos y más del 92% del equipo estuvo satisfecho con la prueba piloto. Hubo que adaptar la agenda y ahora se extendió la prueba piloto hasta febrero del año que viene. Ahí definiremos si pasaremos nuestra dinámica laboral a esa jornada reducida.
-¿Qué opinión tenés de los proyectos legislativos para implementar estas formas alternativas?
-No hemos profundizado. Cuando lo analizamos nosotros pusimos el foco en el bienestar de las personas. Nos tuvimos que fijar en ser eficientes para la productividad, e implicó aprender. No encontramos muchas organizaciones que hayan reducido la jornada y por eso arrancar se nos hizo complejo. El desafío es adaptarse a la realidad de cada organización, cumpliendo la ley, con transparencia y participación. La clave del éxito es que el equipo completo desde el momento cero estuvo enterado, intervino y se plantearon dudas.
“Una reducción muy brusca”
“Trabajar menos hora no nos va a hacer más productivos”, dice Fabio Ventre, subdirector del Instituto de Investigaciones Económicas de la Bolsa de Comercio de Córdoba.
Apunta sobre la discusión de la reducción de la jornada laboral: “No hemos visto análisis profundos y detalle, más allá de cuestiones ideológicas, de qué impacto puede tener en la práctica en el mercado laboral. Cuando se analiza a nivel mundial, la evidencia no es clara, y lo peor de todo es que se refiere a mercados laborales muy diferentes a los nuestros, a países europeos con otra realidad económica, social, productiva”.

Entre esos puntos de diferencia, Ventre destaca la informalidad: “no tiene nada que ver Europa con nuestra región, son realidad diferentes; pero incluso en países en que no tienen nuestros problemas, no es certero el impacto. En Francia se aplicó la medida y los estudios respetados, con revisiones, publicados en revistas científicas, no son concluyentes. No tuvo un gran impacto en el mercado laboral”, añade.
Advierte, eso sí, que el tema a su sector le causa “una cierta preocupación, porque cuando escuchamos los argumentos de quienes defienden la medida, el primero es que la normativa es anticuada, lo cual es cierto, aunque no sólo en la extensión de la jornada laboral. Es importante la adaptación de la normativa a la economía del momento. Porque si no se termina perjudicando a cada vez más personas y en especial a sectores más vulnerables y crece la tasa de informalidad”.
Acerca de los proyectos, indica que “lo primero que vemos es que se reduce en gran magnitud la jornada laboral, no es una reducción tenue. Se prevé una reducción muy brusca. Es una situación no tan sencilla para generar adaptación. Nos preocupan los costos. Se afecta a las personas más excluidas. Hay muchas formas de medir la productividad, pero lo podemos hacer por puesto de trabajo para tener en cuenta la relación con la paga”.
Advierte que “si se pasa de trabajar 48 a 40 horas, se reduce un 20% la jornada laboral, eso significa un 20% menor de trabajo, ¿es posible que seas igual de productivo? Es muy fuerte esa reducción. Hay que ser un 25% más productivo. Es muy difícil, eso no se ha visto. La productividad laboral en la Argentina, hoy, por puesto de trabajo es la más baja en 50 años. Eso explica en parte los salarios en la ruina. Quizá hay otras cosas más importantes antes que charlar estas medidas en ese contexto”.